Desde hace poco más de un mes, cuatro agentes de la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife se encargan de velar por la seguridad de un distrito caracterizado por su amplia extensión, el alto índice de dispersión de sus núcleos poblacionales y sus serpenteantes vías de comunicación con el resto del municipio.
Antonio, Pedro, Juan y Miguel, son los cuatro agentes asignados al Servicio de la Policial Local de Santa Cruz en Anaga,
Estos visitan durante los siete días de la semana los principales enclaves de este peculiar enclave.
El objetivo prioritario de garantizar la seguridad tanto de los propios vecinos de la zona como de los muchos visitantes que acuden al macizo de Anaga para disfrutar de su riqueza natural.
Su jornada laboral comienza muy pronto y tienen a su vehículo 4x4, su mejor aliado.
Un robusto 4x4 y dos motocicletas son los vehículos que tienen asignados para realizar la diversidad de las tareas encargadas a estos cuatro agentes, la gran superficie del distrito y la lejanía entre los diferentes barrios y caseríos hacen que el cuentakilómetros del coche haya contabilizado más de 4.000 kilómetros en poco más de un mes transcurrido desde la presentación del servicio.
“Tal y como están las cosas económicamente para las arcas municipales, cuando se enteren de nuestro gasto en combustible nos devolverán a nuestros antiguos puestos”, bromea Antonio.
Los Agentes, pasan al día muchas horas tras el volante de su robusto todoterreno. Y es que en una jornada habitual pueden llegar a superar los 160 kilómetros en su recorrido por Anaga.
Quizás este detalle sea uno de los aspectos más desfavorables de sus nuevas funciones policiales. Sin embargo, tanto él como Pedro, su compañero de patrulla, lo aceptan de buen grado. Ambos afirman con total rotundidad que la balanza entre lo positivo y lo negativo se decanta con total claridad hacia lo primero.
"Lo más satisfactorio para nosotros es saber que nuestra presencia en Anaga sirve para paliar el abandono histórico de los vecinos de este distrito. Todavía hoy, después de un mes, algunas personas siguen sorprendiéndose por vernos aquí", afirma Pedro.
Otro de los alicientes "más gratos" de sus nuevas labores es, según señalan, es que este servicio les ofrece más contacto directo con ciudadanos que sus antiguas funciones en el cuerpo policial de la capital.
Precisamente, tender estos lazos con los vecinos de Anaga es una de sus principales prioridades en estas primeros meses de actuación en el distrito menos poblado y más apartado de todo el municipio.
"Queremos que nos conozcan, que vean como somos y como trabajamos. Es el paso necesario para después ganarnos su confianza y que cuenten con nosotros", explica Antonio.
Sin embargo, y a pesar de la generalizada buena acogida, ambos recalcan que los vecinos de esta zona tienen un carácter y una forma de ser distintas a las del resto de santacruceros.
Las abruptas cumbres, los profundos valles y el aislamiento han moldeado durante muchas generaciones la personalidad de este grupo de personas. Por ello, los cuatro agentes se afanan en entrar en los cafés para conversar y conocer poco a poco los nombres y las vidas de los vecinos y las peculiaridades de la zona.
"Aquí nos toca ser más psicólogos. Sin embargo, también el uniforme se respeta más en las zonas rurales", apuntan.
Sin embargo, la labor socializadora de los cuatro policías de Anaga no les distrae del resto de sus funciones. Durante sus patrullas por las carreteras y caseríos del macizo, una de sus principales actuaciones es evitar los robos en los vehículos de los tinerfeños y los turistas que permanecen estacionados en los miradores y en otros espacios del Parque Rural.
"Tal vez por estar en la naturaleza, pero muchos de los senderistas se confían demasiado y dejan mochilas y otros artículos en el interior de los coches", explica Antonio acerca de una tarea encaminada principalmente a "cuidar el turismo" en esta zona de la capital.
El mirador de El Pico del Inglés, el aparcamiento de la Cruz del Carmen y la playa de Taganana son los espacios donde se concentran mayor índice de estos hurtos y, por ende, también los lugares más vigilados por estos cuatro agentes de la Policía Local. Saben que su presencia sirve como el mejor de los elementos disuasorios para los amigos de lo ajeno.
"Nos centramos sobre todo en la prevención de estos delitos. Queremos que sus autores se sientan vigilados", explica Antonio.
En poco más de un mes, ya han identificado a un puñado de estos presuntos delincuentes cuando permanecían en alguno de los miradores, tal vez a la espera de una oportunidad en forma de descuido de algún visitante confiado. Sin embargo, estos cuatro agentes siempre están preparados para pasar de la vigilancia a la acción.
El pasado día 17 y después de recibir varias denuncias por robos en las jornadas previas, Juan y Miguel detuvieron a un hombre de 59 años en los alrededores de la Cruz del Carmen que se dedicada a vigilar y seguir a los excursionistas.
El comportamiento sospechoso de este fue el detonante de una rápida actuación que, pese a la resistencia de K.S. con un palo con el que llegó a agredir a uno de los agentes en la cara, acabó con la única detención hasta la fecha de este servicio. La obligación de pillar con las manos en la masa a estos presuntos ladrones y la imposibilidad de ofrecer una respuesta inmediata a las llamadas de denuncia han impedido aumentar esta cifra.
"Somos conscientes que es muy difícil cogerlos, salvo que los descubramos durante el robo o en pertenencia de los artículos sustraídos. Las distancias en Anaga son muy grandes y cuando llegamos al lugar de los hechos, en la mayoría de los casos ya han desaparecido", lamenta Pedro, quien añade que estos infractores conocen a la perfección el terreno, los senderos y los posibles escondites en caso de huida.
Medio Ambiente.
Otra de las principales funciones de los cuatro agentes destinados a Anaga es velar por el cumplimiento de las normativas medioambientales en un entorno que goza de una especial protección por su riqueza vegetal. Esta labor les obliga a lidiar en su día a día con un entramado competencial de hasta cuatro administraciones diferentes.
A pesar de contar con el apoyo y la colaboración de los agentes forestales de la Unidad de Montes a la hora de aplicar estas normativas, su labor abarca desde la vigilancia de vertidos ilegales, la preservación de la flora y fauna del macizo, el control de la pesca ilegal o la lucha contra las acampadas en playas como Benijo o Almáciga, entre otras. Según afirman, la mayoría de la gente reacciona bien cuando les informan de que esta práctica está prohibida por la Dirección General de Costas. Sin embargo, Pedro confirma que las campañas de sensibilización de los últimos años han reducido el número de campistas de manera considerable.
Publicado en: La Opinión
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